🧂 Trucos caseros que te harán cocinar como la abuela
Imagina que estás pelando ajos para machacarlos en el mortero, y de pronto empiezan a saltar como si tuvieran vida propia. La abuela, con su sonrisa tranquila, te diría: “Ponle un poquito de sal, mi’jo. Así no se escapan y quedan mejor majaditos.” Este simple gesto no solo evita el desastre, sino que ayuda a formar una pasta más uniforme, ideal para adobos y sofritos.
Y hablando de plátanos, ¿sabías que una vez pelados pueden oscurecerse en minutos? No te preocupes: sumérgelos en agua con un chorrito de limón y conservarán su color hasta que los necesites. Lo mismo ocurre con el aguacate. Si después de cortado, quieres guardar el resto, frótalo con limón, cúbrelo con papel film y guárdalo en el refrigerador. Así conservará su frescura sin volverse negro.
Otro ingrediente que suele darnos guerra en la cocina cubana es el quimbombó. Su baba puede arruinar una buena receta si no se trata bien. Pero la abuela tenía su fórmula infalible: sofreírlo en una cazuela con un poquito de aceite y unas gotas de limón. Mano de santo. Su textura cambia por completo y adiós a la baba.
Cuando nos toca picar cebolla o ajo bien finito, a veces se nos resbala el cuchillo, lo que es bien peligroso. Para evitarlo, simplemente corta primero el vegetal por la mitad y colócalo sobre la parte plana. Así tendrás estabilidad y seguridad al cortar, y tus cortes quedarán parejitos, como lo hacía la abuela.
¿Y qué me dices del arroz blanco? Para que te quede realmente blanco y no se te pegue al fondo de la cazuela, basta con añadir unas gotas de limón o vinagre al agua de cocción. No altera el sabor, pero sí marca la diferencia en la textura y el color.
Cuando horneamos carnes, a veces quedan secas, incluso con todos los cuidados. Pero hay un truco muy sencillo: colocar dentro del horno un recipiente con agua, cerca del lugar donde se está cocinando la carne. El vapor que se genera ayuda a mantener la humedad y evita que se reseque.
Las papas también tienen sus secretos. Para hervirlas sin que se les rompa la cáscara, el truco está en agregar vinagre al agua. Y si vas a freírlas, sécalas bien con un paño antes de llevarlas al aceite caliente. Así lograrás que queden crujientes por fuera y suaves por dentro. No olvides: la sal, siempre después de fritas.
¿Te ha pasado que al hervir pastas, el agua forma espuma y se desborda? La solución es tan simple como añadir un chorrito de aceite al agua. También sirve para que no se peguen entre sí. Lo mismo aplica al hervir huevos: si antes de meterlos al agua les pasas un poco de limón por la cáscara, es mucho menos probable que se rompan durante la cocción.
El pan, ese compañero inseparable de nuestras comidas, también tiene sus cuidados. Para conservarlo fresco durante más tiempo, envuélvelo en papel de aluminio y guárdalo en el congelador. Cuando quieras usarlo, déjalo a temperatura ambiente unas horas y luego llévalo al horno unos minutos. Queda como recién hecho.
Ahora bien, no todos los alimentos se llevan bien con el frío del refrigerador. El ajo, por ejemplo, no debe guardarse allí: la humedad lo estropea y termina pudriéndose. En cambio, si abres una lata de conservas y no usas todo el contenido, lo que sobre debes pasarlo a un recipiente de vidrio o plástico con tapa y guardarlo refrigerado. Nunca lo dejes en la lata abierta.
Un sofrito bien hecho es el alma de muchas recetas cubanas. Pero hay un orden para hacerlo: primero la cebolla, luego el ají, y por último el ajo. Si se pone el ajo desde el principio, se quema rápido y amarga el sabor de todo el guiso. La abuela lo sabía y no fallaba nunca.
Y si un día, por mala suerte o distracción, se te pegan los frijoles en el fondo de la cazuela, no entres en pánico ni revuelvas. Llena otra cazuela más grande con agua fría, sumerge el fondo de la que se quemó y déjala reposar. Cuando se enfríe, con cuidado, traspasa solo la parte buena a otra olla limpia. Así salvas el plato sin arrastrar el sabor a quemado.
Como ves, no se trata de magia, sino de sabiduría cotidiana, esa que hace de cada comida un momento especial. Son trucos sencillos, pero efectivos, que marcan la diferencia. En la próxima entrega, la abuela nos contará más secretos, porque aún hay mucho por aprender.
¡No te pierdas la próxima entrega de “Consejos de la Abuela”!
📎 Etiqueta recomendada:
- Secretos de Cocina
¿Conoces algún truquito que quieras compartir? ¿Quieres que todos lo utilicemos? Déjalo en los comentarios y mantengamos siempre vivas nuestras tradiciones.
2 Comentarios
Excelentes esto consejos, algunos los aprendí con mi abuela Yeya que era tremendísima cocinera, de esas que hacían que cada comida fuera deliciosa.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Si quieres, comparte algun secretico de tu abuelita Yeya.
Eliminar